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La historia empezó a escribirse hace justo treinta años, porque fue en 1990 que Jorge Muradas egresó de la Universidad Nacional de la Plata con su diploma de arquitecto bajo el brazo. O quizás muchísimo antes, cuando era chico, dibujaba casitas e imaginaba maneras de transformar los espacios por donde pasaba. O cuando observaba mapas embelesado con su padre marino, que le legó un amor profundo y duradero por los viajes, la cartografía, los barcos y la madera. O algo más tarde, ya en la facultad, cuando entre planos y maquetas forjó una amistad con quien iba a ser su socia, Eliana Elesgaray. No importa cuál principio elijamos, todos conducen al momento actual en que el arquitecto y diseñador aparece como una figura relevante de nuestro medio.

Indudablemente ese reconocimiento tiene que ver con su abordaje holístico, con su mirada integral de la disciplina. Para Jorge arquitectura e interiorismo son, valga el lugar común, dos caras de la misma moneda: no concibe a una sin el otro. Sus clientes lo conocen y eligen por esa disciplinada búsqueda de coherencia. Son muchos años de forjar una clientela que recurre a él una y otra vez, casa tras casa, para entregarle la llave o los pilares de su sueño de hábitat perfecto confiando en que al final del proceso se encontrarán habitando espacios donde continente y contenido hablan el mismo idioma. Esa virtud salta a la vista en las obras de Muradas. En ellas la presencia de determinados materiales –con preferencia de los naturales como madera, hormigón, mármoles, linos–, una paleta de colores siempre neutra y un estilo simple y elegante componen climas que pueden tener diferencias pero que jamás se apartan de un eje: la continuidad entre la estructura, su piel o revestimiento y el equipamiento interior, desde el mobiliario hasta el arte y la blanquería.

 

Acento Muradas

Como se dijo, los primeros años en la profesión se dieron en sociedad con Eliana Elesgaray. Con ella Muradas fundó Acento, un local en Quilmes –de donde los dos son oriundos– y también con ella se dieron las primeras incursiones en Casa FOA, muestra en la que el arquitecto iba a recibir algunos de los principales reconocimientos de su carrera como lo fueron las medallas de oro a la arquitectura y al diseño interior en los años 1999, 2009 y 2014, las medallas de plata en 1998 y 2007 y el diploma al diseño de autor en 1999, entre otros premios. Aquellas participaciones fueron determinantes, trajeron repercusiones y encargos de complejidad creciente. En un punto del camino, Jorge iba a continuar solo. Pero no olvida lo fundamental y formador de los primeros tiempos y de los logros compartidos con su gran amiga.

El Estudio Jorge Muradas se especializa en proyecto y ejecución de arquitectura residencial y tiene en su haber una impresionante nómina de casas. Muchas de ellas están situadas en barrios privados de Hudson, en la Zona Sur, como también en otros rincones suburbanos, en la ciudad y en todo tipo de paisajes en diversos puntos de la Argentina y de otros países como Uruguay y Estados Unidos. También lleva adelante arquitectura e interiorismo para locales comerciales de rubros diversos (indumentaria, textil, gastronomía, entre otros), oficinas y hoteles. Adaptándose a la situación urbana o a la rural, a la playa o a esa franja entre el campo y la ciudad que incluye elementos de ambos y que el arquitecto conoce a la perfección, el resultado de sus intervenciones es siempre neutro, elegante y atemporal, sin desdeñar la investigación en materiales y otros avances tecnológicos que le interesan.

De hecho los viajes de actualización profesional, de observación de tendencias y de inspiración son para Jorge una rutina que ni siquiera este año entre distópico y surrealista ha logrado desarticular. Los destinos –como las obsesiones– suelen reiterarse, pero es sabido que en ciudades como New York, París, Milán, incluso Miami en los últimos años, nunca deja de haber cosas nuevas para ver, estímulos para absorber, tiendas para visitar. Esos estímulos son procesados por la mente diseñadora de Muradas y de alguna manera quedan atrapados en los proyectos como huellas de actualidad, aunque lo que predomina siempre es una identidad propia que trasciende la moda.

Muradas es asiduamente convocado como jurado y disertante en muestras y congresos tanto de Buenos Aires como del interior del país. Ha sido miembro de la Comisión Directiva de DArA (Diseñadores de Interiores Argentinos Asociados). Su rutina se reparte entre el barrio de Retiro, donde vive en un departamento racionalista que convirtió en un fiel reflejo de su estética; su estudio y su local a pocos kilómetros, en Quilmes; la nueva oficina que está armando en Hudson para estar bien cerca de sus clientes de la zona; un encantador departamento en La Barra, Punta del Este, que es su base de operaciónes en Uruguay y el enclave estratégico donde carga pilas mirando el mar desde su balcón; y el abanico de lugares donde lo llevan los encargos laborales, en lo que dibuja sobre el mapa un diámetro cada vez más amplio. Al norte o al sur él imprime en cada obra esa rúbrica de armonía clásica y depuración contemporánea, de orden y atención al detalle. Un sello a esta altura inconfundible. El sello Jorge Muradas.