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El escocés John Jameson es el hombre que revolucionó la historia del whisky irlandés. En 1780, ya instalado en Dublín, puso en marcha una destilería en Bow Street y empezó a recorrer un camino de sabores y aromas inconfundibles cuyo legado llega hasta nuestros días.

En aquel lugar de la zona de Smithfield, Jameson sentó las bases para la creación de un whisky de características únicas que hoy es un símbolo irlandés a nivel global. Este visionario no escogió el modo de producción más simple, sino aquel que le garantizaba obtener una bebida de máxima calidad y personalidad distintiva.

La clave está en la mezcla de whisky de grano con whisky de alambique elaborado con cebada sin maltear y malteada que se cultiva cerca de Midleton. El agua utilizada, en tanto, procede del río Dungourney.

En búsqueda de suavidad, ambos whiskies se destilan tres veces. La mezcla finalmente se añeja cuatro o más años en barricas de robles procedentes de España y Estados Unidos, sazonadas con vino fortificado y bourbon gracias a los usos previos.

El resultado es un whisky muy suave con notas especiadas, vainilla y nuez más un toque de jerez dulce, según sus propios elaboradores. En el aroma se advierte la madera y una sutil fragancia floral. El Jameson Irish Whiskey es el producto insignia de la marca. Pero también desarrolla otras variedades a partir de blends y diferentes procesos, como Jameson Cold Brew, Jameson Black Barrel y y Jameson Caskmates Stout Edition.

Quienes eligen las propuestas de Jameson son consumidores exigentes, que saben apreciar las sutilezas detrás de cada botella. A la vez valoran el espíritu de una empresa cuyo lema es “Sine Metu”, frase que significa “Sin miedo”. Una expresión que alude a la entereza y la fortaleza de la firma para atravesar las guerras mundiales, la guerra civil que desangró a Irlanda y hasta la Ley Seca norteamericana sin renunciar a su compromiso con la calidad.

Las puertas de la destilería de Bow Street se encuentran abiertas a quienes desean conocer en detalle el proceso productivo y, por supuesto, participar de diferentes catas. Cabe destacar que los más fanáticos de la marca tuvieron el año pasado la posibilidad de sumarse a la “Expedición Jameson 17º 80º”, iniciativa que les permitió festejar el Día de San Patricio en Svalbard. Esta remota región de Noruega se encuentra en las coordenadas longitud 17º latitud 80º, ubicación elegida por Jameson ya que 1780 fue el año de la fundación de la destilería. Así, el whisky irlandés con hielo noruego resultó la fórmula de la felicidad para los expedicionarios.